PEQUEÑAS DERROTAS

Me siento a esperar en un banco. Pongo mis muletas a un lado y me hago acompañar de un libro. Un pensamiento recurrente no me deja concentrar: ¿y qué tal si algún ladrón se lleva mis muletas? Pongo mi sistema de transporte en un lugar más seguro y descubro que las ganas de leer el libro se han ido. Es la tercera vez que intento llegar a algún lugar de esas páginas, pero algo en el destino no me deja. Me pasa lo mismo con algunas películas y algunas personas. Finalmente me llega un mensaje al celular que me comunica que mi espera es vana, puesto que nadie va a venir.

"Es hora de tomar un taxi" pienso mientras recojo las muletas y me las pongo. A las 6 en el centro de la ciudad el tráfico me parece fanesca atravesando un sorbete transparente. Subo al auto amarillo y me sumerjo en la imagen.

Olvidé el libro en la banca; todo es culpa de ella, mas aún esta estúpida sensación de abandono.

2 comentarios:

radicaLibre dijo...

Todo llega a su momento,lo que se intenta apresurar se va a la punta del cuerno.

-José Antónimo- dijo...

Me gustan tus historias...

Aunque, insisto, les falta octanaje para justificar esa advertencia de "contenido sólo apto para adultos" que aparece. Y uno frotándose las manos antes de dar el click en "acepto".

Saludos.