GASTOS PAGOS

Una canción me despierta a la madrugada, es la voz de una niña tarareando una monótona melodía de cuna. Su voz tiene esa suavidad y esa belleza inexplicable que dota a las cosas de un lado terrible y oscuro. Tengo los ojos abiertos pero mi cara se niega a alzarse de la cómoda almohada. A veces las pesadillas ofrecen más tranquilidad que las realidades. Finalmente me vuelvo con un movimiento rápido. En la televisión del hotel, una y otra vez se repite el menú de la película que acabo de ver. Hay una especie de placer en esto de estar solo en una cama de hotel, con una película alquilada que ni siquiera vi hasta la mitad. Mañana conoceré a mi benefactora.

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