SALIDA

Es un evento. Debo bañarme, acomodar mi cabello y ponerme perfume. Me calzo mi zapato y la bota que me completa y salgo por la rampa que da a la calle. Me espera mi auto, conducido por la mejor de mis chicas. No hay nada que no le confiaría, incluso mis traiciones son suyas, no puede ser de otra manera. Ella pone primera, estamos en la carretera, mirando pasar cientos de autos en el sentido opuesto. Viajamos toda la noche, hacemos el amor en el parqueadero del hotel y dormimos sobre las cobijas.

Nuevo día, la carretera nos llama al desayuno y nos lleva de regreso. La ciudad está como la dejamos, incluso parece que nunca dejó de llover en nuestra ausencia. Un semáforo nos detiene y yo le planto a la piloto un beso en la mejilla que me queda más cerca. Pongo mi mano entre sus piernas. Por esas sinrazones de la vida vuelvo mi mirada y me encuentro con ella, que está en un bus. Desde su ángulo de visión seguro nota la posición de mi mano. Retiro mi mirada pero no por mucho tiempo y al volver descubro que ella sigue mirando desde su ventana, pelo negro, lacio, ojos a tono y unos labios que parecen reventarse de voluptuosidad. Quito mi mano de ese rincón sagrado mientras el bus empieza a avanzar con la chica aún mirándome.

Lo siento caramelo encontrado, tengo en mi boca un sabor que quiero conservar.

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