RECUENTO, ANÉCDOTA Y EPIFANÍA

Dos días después de la clínica: En un pequeño momento de la existencia post operatoria, la vida casi parece disfrutable. Mucho jugo de manzana con hielo, caricias, mimos, visitas, abrazos, videojuegos, televisión, pantallas y desayunos en la cama.

Dos semanas después del reposo obligatorio: La cama es mi hábitat, todo gira en torno a ella. Mi yo, ensanduchado por las sábanas, pide a gritos un poco de acción, pero es inútil ya que mi otro yo solo pide tregua, quiere el fin, le gustaría jamás haber salido de la anestecia. Todo esto da lo mismo, porque en dos días más, ambos yos se volverán a juntar.

Dos días después: El timbre suena, son apenas las ocho de la mañana pero todo bien; mi horario se ha desfasado tanto que luego de pasar por todos los números del reloj, he vuelto a dormir a las 10 de la noche para despertarme a las 6 y 30 de la mañana. El timbre vuelve a sonar. Reboto hasta la silla con ruedas y me acerco a la ventana remando con mi pie funcional. Veo a una señora de falda larga que vuelve a tocar el timbre, le acompaña otra señora con sobrepeso. Ambas se cubren del sol con una sombrilla.

Decido saludar:

-Si, ¿buenos días?
-Buenos días, ¿por qué no salía? ¿estaba escondido?
-No, estaba en el baño. Tengo diarrea.

La señora hace silencio por un momento.

-...Disculpe... vengo a comunicarle la buena nueva. ¿Puede salir un momento?.
-Mmmm... ¿no me puede comunicar desde ahí?
-Tengo unos folletitos que me gustaría entregarle.
-No puedo salir, tengo una pierna eh... rota. Si quiere le abro la puerta y entra hasta acá.

La señora vuelve a hacer silencio, se mira con la señora obesa.

-Mmmm... bueno, solo quería decirle que dios le ama y tiene preparado un lugar para usted en el paraíso.
-¿Gratis?
-Claro... solo tiene que aceptarle en su corazón como salvador.
-Mmm... entonces no es gratis.
-¿Cómo?
-Nada, que tengo que ir al baño otra vez.
-Pero... ¿no puede conversar un ratito?, ¿no quiere conocer sobre el llamado de dios?
-Perdón, pero me llama la naturaleza.

Cerré la ventana y la cortina. Me senté en la silla con ruedas y volví a la cama con una amplia sonrisa. Pensé que era probable que estuviera mejorando hasta que un horrible dolor de barriga me obligó a ponerme las muletas y avanzar hacia el inodoro. En este momento, entendí lo que es el Mandato Divino.

3 comentarios:

radicaLibre dijo...

jajajajajaja excelente!

wAlter diEgo dijo...

..."entonces no es gratis"... jajajajajajaja, que bieeeeeeennn!!!!

Saludos mi brodeeerr!!!

Blup dijo...

jajajaja bien!