UNA ENTRADA

"Minutos de su atención. Todo lo que necesito son minutos... del resto me encargo yo" Estas son las cosas que me digo un viernes de feriado en el bar. Estoy harto de estar nuevamente en este sector de la ciudad. "La zona es como una bomba de tiempo a la que le faltan cinco segundos. Es como subirse a un juego mecánico al que algo le suena raro. Pero aquí estoy. No es necesario ir a París; quédate hasta la madrugada en la zona de la ciudad en la que estés (todas las ciudades tienen una), y habrás conocido el 90% del mundo civilizado". Estas cosas son las que a veces digo en voz alta y hacen que alguna chica que ha ido a París me tome por un imbécil cualquiera. Recojan sus sombreros, la chica no se cree nada y la función terminó. "Soy un imbécil que ha estado en París" digo abortando la misión, pero mágicamente mientras me empiezo a rascar la cabeza, ella su vuelve y empieza a hablarme de cualquier cosa. Cinco minutos después le pido su teléfono y hago como que me voy. En el taxi pienso que cualquier cosa puede ser un triunfo.

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