GRACIAS POR LOS FINES DE SEMA

8 de la mañana inicia el proceso mediante el cual acepto mi realidad: no puedo volver al mundo de ensueño que abandoné abruptamente gracias al timbre electrónico de algún aparato. Sé que a las 9 de la mañana debo estar sentado en el asiento de copiloto de un auto, así que a las 8 y 35 me digo a mi mismo: fuerza, ya dormiremos otra mañana. No desayuno y procuro bañarme por la noche para dormir más. Como cualquier cosa, para evitar que la gastritis, causada por todas las aspirinas, analgésicos y antibióticos que he tomado estos 2 años, termine digiriendo mi mucosa estomacal.

Salgo y recibo el sol de la mañana por primera vez en mucho tiempo. Viajo 45 minutos acompañado por esporádicas conversaciones con mi papá y música que he seleccionado la noche anterior y quemado en un cd en formato mp3. No solo de zapping televisivo vive el hombre, y nuestra especie siempre será capaz de preguntarse: ¿qué más hay?

Ingreso al edificio por el parqueadero para evitar las gradas de baldosa (que en días lluviosos se convierten en un peligro no solo potencial sino verdadero). Subo 9 pisos por ascensor. Muchas veces me encuentro con el conserje y tengo una especie de conversación. Siempre se baja antes porque que mi piso es el último. Entro a la oficina y me siento.
Trabajo.
Como.
Me siento de nuevo.
Salgo, entro al auto y en 45 minutos más estoy donde todo empezó. Fumo, veo televisión, cruzo algunas palabras con mi familia y algunas horas después, todo vuelve a empezar.

No hay comentarios: