¡qué coincidencia!












Todos los días, en algún lugar del mundo, hay personas que toman la decisión consciente de hacer daño a otras, hay incluso quienes sienten cierto orgullo al hacerlo, como si hubieran triunfado de alguna manera. Yo hace mucho que trato de no insultar a nadie a menos que sea con motivos humorísticos. Creo que la forma más fácil de hacer enemigos es inventándolos y que la enemistad le da poder sobre ti a la otra persona. La última vez que trataron de insultarme sentí que el insultador se denigraba cada vez más con cada intento de provocación. Finalmente, como no reaccioné a sus incitaciones, renunció frustrado.

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