PRISIONERO DE ESPACIOS TEMPORALES

8 de la noche, había fumado lo suficiente como para entretenerme jugando con mis extensiones creativas, hasta que mi pastillita o el aburrimiento logre dormirme, pero entonces sonó el teléfono y un mensaje me llevo a encontrarme casi una hora después, de pie, esperando gente en medio de la calle. Me pasaron a ver casi demasiado rápido, ya que me hubiera gustado comparar un poco mis impresiones femeninas visuales de Guayakill con las de la capitalina Quito. Aparecimos en una casa que me era desconocida, los tragos en ley seca parecen tomar una solemnidad parecida a la de un crimen perfectamente coreografiado, sin embargo este crimen es demasiado fácil de cometer en cualquier tienda de barrio. A veces nunca hay suficiente bebida, y con la complicación legal, en un punto de la noche, esta situación era inminente. Para cuando no quedaban esperanzas para los tomadores de alcohol, casi todos tenían alguien para besar. De pronto pude ver la escena desde afuera. Yo y M. estábamos acostados en el suelo, pasándonos un enorme chafote mientras nuestra conversación, de un standard muy alto de estupidez delirante extrema, no nos dejaba parar de reír. De repente nos callamos, empezó a sonar una canción de Fother Muckers y nos vimos a los ojos... y que el diablo me olvide para siempre si es que no vi un beso dentro de los de ella. Sería muy largo explicar porque ese beso hubiera significado tantas cosas buenas como cosas malas... solo digamos que hoy, por ejemplo, aún estando en el mismo sitio, bajo las mismas circunstancias, ya no sería el momento.

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